domingo, 15 de enero de 2012

Y aquí estamos.

No sé que hacer, me siento perdida, en un lugar que no conozco, con la necesidad de buscar algo que no recuerdo, con la intención de llegar a encontrar algo que presiento que no está aquí, aunque no puedo saberlo, porque no sé donde estoy realmente. No sé nada... Y ahí es justo donde me encuentro, en medio de la nada, inmersa en sus profundidades, explorando sus recónditos rincones, resolviendo sus cuestiones más locas y dando lugar a las situaciones más ilógicas que jamás logre imaginar si quiera. Perder sin llegar a haber jugado, madurar sin haber nacido, llorar sin haber podido sentir, morir sin razón, sin haber vivido. Palabras, imágenes, sentimientos... ideas incoherentes me rondan, dando paso a una confusión que no es bienvenida. Solo sé que duele, no sé por qué, pero duele, y no quiero, no otra vez, no de nuevo... El me ama como el amanecer al viento, y acude a mí sin ser llamado, con motivo de inundar mis venas con su fragancia, de acariciar mis cicatrices y colmarme de sí hasta aturdirme, dejándome inconsciente, sin sentido... Y en ese instante regresa todo, de golpe, como una bofetada en plena cara, con la que ellas vuelven y se deslizas silenciosas, cristalinas, perfectas, inundando a cada paso, saciando la sed de cariño y de comprensión, atrayendo al desahogo. Y duermes por fin, y un torbellino inunda tu mente, mezclando lo cotidiano con lo inimaginable, tus deseos más insólitos mezclándose con la realidad, haciéndose palpables y entonces, despiertas. Está oscuro, te sientes sola y te tocas la cara, aún está húmeda. Te sientas en la cama y piensas, atas cabos, reorganizas el desorden mental que te ha causado ese estúpido, pero a la vez tan maravilloso sueño, y en el proceso, vuelves a quedarte dormida y, en sumida en ese sueño sueñas y sueñas, sin parar, sin descanso, con miedo a despertar y que acabe, y pasan las horas y parecen minutos, al contrario que durante el día. Y amanece, y empiezas un día nuevo, totalmente diferente, que acaba como todos. Quizás pienses que lo que digo no tiene sentido pero créeme, para mí sí que lo tiene, y mucho además. Me voy, me voy con mi otro yo al otro mundo, en el que soy feliz, donde aún no conozco la palabra dolor, donde las lágrimas son algo lejano y el sufrimiento no está en mi diccionario, quizás me vaya para no volver, o quizás vuelva pronto, ni yo lo sé, solo sé, que hoy por hoy, no entiendo nada.