jueves, 28 de julio de 2011

Dulce dolor, amado por locos y odiado por cuerdos.

Es muy triste, ver como te vas  deshaciendo poco a poco, ver como todo lo que fue se esfuma y se pierde cual fuego sin combustible. Ver tu indecisión me quema, me duele y me malhiere.
En el fondo sé que no durará, que todo lo que te propones es efímero, pero tengo miedo, miedo de volver a caer en tus redes, de no saber defenderme y volver a ser débil, no quiero sentirme vulnerable y menos ver impotente como manejas todo tú, sin poder hacer nada para evitar el dolor que me provocas.
Sé que necesito un apoyo, ahora más que nunca, y también sé que no lo tengo, al menos como me gustaría. También sé que lo más probable es que todo sea un capricho, mera ilusión de un corazón roto pero, ¿qué importa ya? A veces me lo pregunto y no hallo respuesta, pues no quedan otros motivos que simples ilusiones por las que  luchar, y si por ellas he de seguir adelante, aunque sean ridículas, lo haré.
Me duele ver como te equivocas y sacas conclusiones equivocadas, como juzgas y te sientes superior al hacerlo sin darte cuenta de que eres solo un estúpido más del montón, un estúpido que en su momento fue especial y que pronto volverá a ser solo uno más, alguien que va a ser sustituido por otro estúpido, el cual volverá a intentar se alguien y que  probablemente fracasará como lo has hecho tú.
Necesito cariño, mucho más del que me han proporcionado nunca, y es que aunque no lo muestre abiertamente, estoy gravemente herida, y temo por mi vida, puesto que me veo incapaz de llegar a sanar.
Sé que con el tiempo todo cambiará, pero nunca he tenido paciencia y sé que ahora este hecho me exasperará hasta que lo haya perdonado todo y lo hay encerrado como la última vez. Me duele admitirlo, pero aún tienes mucho poder sobre mí, y por ahora lo mejor, es alejarse hasta que todo pase para poder resurgir.
Firmado:
Alguien cobarde y lastimado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario